miércoles, 16 de agosto de 2017

A Dream from Standing Rock / "Water Protectors"



                                                             


                                    Many ways to defend Water


  Llegaron en bicicleta. Detuvieron su marcha junto a los huertos para admirar el espectáculo de calabazas, sandías, berenjenas, calabacines y
...tomates rojos. El padre trataba de identificar las diferentes plantaciones mientras los niños le escuchaban con atención.Tuve el impulso de ofrecerles unos tomates y esperé unos segundos a que avanzasen hasta mi posición. Pero antes de que esto pudiese suceder el padre se bajó de la bicicleta, se acercó a un huerto unos metros más allá del mío, y arrancó cuatro tomates ocultándolos en su casco de ciclista. No daba crédito. Ví como se acercaba a sus hijos mientras éstos, conscientes del hurto, le preguntaban cómo ocultarlos de la mirada de los pocos que por allí rondábamos. La adrenalina se me disparó. Es algo que en ocasiones me pasa y no puedo controlar; y sé que cuando ocurre, la cosa no va a salir bien parada ni para "el otro" ni "para mí". Me imagino que en ese momento pasaron de forma fugaz los muchos meses de cavar una tierra dura y seca "como la madre que la parió". Sol, sudor, dolor de riñones, frío, viento, heladas...hasta que por fín unas pequeñas flores auguraron un verano rico en "frutos". Pero más allá de todo eso, lo que disparó mi ira fue la visión de sus dos hijos observando como su padre se llevaba, sin pudor alguno, el resultado del esfuerzo de otra persona. Un esfuerzo paciente, respetuoso, generoso...Porque cualquiera de los que allí trabajaban su huerto no hubiese dudado ni un segundo en compartir lo que tenían si así se lo hubiesen solicidato.

 Le increpé. Afeé su gesto. Le avergoncé frente a sus hijos. El, viéndose descubierto, volvió a dejar con torpeza los tomates sobre la tierra del huerto saqueado. Le ofrecí bruscamente parte de los tomates de mi cosecha pensando que quizás lo habría hecho por hambre o sed. No aceptó. Trató de preguntarme algo sobre el regadío de los huertos en un intento de relajar
la tensión para así desviar la atención de los niños, y lo rechacé arguyendo que "¡cuando estoy tan cabreada prefiero no hablar. Pregunte al fondo si realmente le interesa!". Cogieron sus bicicletas y se fueron.

 Me quedé el resto del día preguntándome de qué forma podría haberme aproximado a él sin avergonzarle frente a sus hijos -a pesar de la torpeza de
su acción- expresando sin tapujos la verdad que se escondía tras mi impulsivo y expresivo gesto. Pero luego pensé que también pudiera ser que ese sentimiento de vergüenza solo lo hubiese experimentado yo y que a la vuelta de la esquina él les habría dicho a sus hijos: "aprended a robar sin que os pillen, pero si lo hacen, tratad de distraer la atención como si no hubiese pasado nada". Finalmente llegué a la misma conclusión de siempre: cuando la expresión de mi verdad humilla o envilece al otro -más allá de su propio auto-envilecimiento-, algo en mí se humilla y envilece. Pero me cuesta, me cuesta
...dar el siguiente paso.



                                                              RSB



 Ser un hombre es hacer el trabajo de un hombre. Nuestro recurso es siempre el esfuerzo. El esfuerzo es la prerrogativa de la virtud. Podríamos decir que nuestro esfuerzo es 
en sí mismo, un éxito.

                                           THOREAU